Dejando atrás la agrupación según las capacidades de los alumnos
20 de diciembre 2017
Todos los colegios Cognita son diferentes y responden a las necesidades de las familias y comunidades a las que sirven. En este sentido, alentamos a nuestros educadores a adoptar un enfoque basado en la experiencia para desarrollar una educación adecuada para los estudiantes del colegio en particular. Claire Jepson, subdirectora de enseñanza y aprendizaje en Meoncross Upper School y Sixth Form en el Reino Unido, analiza aquí las últimas investigaciones sobre la enseñanza en clases determinadas por las “capacidades” del alumno. Además, comparte con nosotros su experiencia enseñando en clases con alumnos de habilidades mixtas en el nivel GCSE y los resultados de su prueba en Meoncross.
En 1998 se publicó un artículo en el Journal for Research in Mathematics Education titulado “Dime con quién estás aprendiendo y te diré cuánto has aprendido”. Es un título provocativo, dado que el objetivo de cualquier establecimiento educativo es garantizar que todos los alumnos progresen, de manera rápida y sostenida.
En la mayoría de los colegios en los que he trabajado las principales asignaturas se han establecido de acuerdo a las capacidades de los alumnos. Resulta tranquilizador, aunque confieso que no estoy muy segura de quién se siente más tranquilo. Por experiencia sé que los padres generalmente aprueban que las clases se organicen por habilidad, ya que intuyen que el ritmo se desarrollará a un nivel apropiado, con una exigencia ajustada a su hijo. Muchos profesores también creen de forma innata que la agrupación según capacidades es la manera más práctica de enseñar.
La verdad, sin embargo, es que la agrupación según capacidades no es todo lo ideal que uno pensaría. En lugar de permitir que la enseñanza se diferencie con precisión para maximizar el progreso, puede conducir a un ritmo que es incompatible con el aprendizaje, una limitación en las oportunidades de aprendizaje y un rango restringido de estilos de enseñanza. Un argumento que se cita a menudo es que, para los cursos superiores, al menos, la agrupación es esencial para garantizar un nivel de desafío apropiado. La investigación académica, sin embargo, ha demostrado que esto no es cierto.
La exigencia autoimpuesta de “presionar al extremo superior” a menudo termina en un ritmo demasiado rápido para lograr un aprendizaje perdurable en el tiempo, convirtiéndose en una carrera por el contenido del curso. Este galope deja, muchas veces, a alumnos con pánico que luchan por mantener el ritmo pero que no pueden decir nada por temor a perder su lugar entre “los mejores”. El resultado final, por lo tanto, puede ser ansiedad, pérdida del disfrute de la asignatura y baja autoestima. De hecho, son los mismos problemas que a menudo se presentan en los grupos de “baja capacidad”, cuando los alumnos sienten que están encasillados por siempre como débiles o incapaces.
Dado este contexto, este año en inglés hemos impartido clases de habilidades mixtas en el año 7 (7° básico) y en el año 10 (II° medio). El año 7 puede parecer una prueba de “bajo riesgo”, pero ¿el año 10? ¡No tanto! Sin embargo, es precisamente porque este año es tan fundamental para el éxito final del GCSE (Certificado General de Educación Secundaria) que elegimos pilotarlo aquí. Porque realmente creo, y sé que no estoy sola, que la enseñanza de habilidades mixtas es mucho más beneficiosa que las clases diferenciadas por capacidades. Después de todo, la mayoría de los cursos GCSE siempre se han enseñado de esta manera. Sólo las materias principales han tenido el “lujo” de las clases diferenciadas.
La diferenciación apropiada, la intervención táctica, la creencia inquebrantable en la capacidad de cada alumno y los altos estándares para todos son las piedras angulares de este método de enseñanza. Los alumnos deben sentir que están siendo desafiados y que las lecciones deben ser atractivas para todos.
¡La enseñanza de habilidades mixtas ciertamente te mantiene alerta! Una pedagogía tradicional del profesor que habla con el plumón en la mano no será suficiente: debe haber una gama mucho más amplia de enfoques y técnicas para incorporar habilidades. La evaluación formativa desempeña aquí un papel fundamental: es necesario saber cómo le está yendo a cada alumno en las diferentes etapas de la clase para saber cuándo podría necesitar adelantar a un niño o reforzar las habilidades de otro. Esto crea una entrega de lecciones y planificación más matizada. Pero eso es motivante también.
Lo más importante, sin embargo, es el impacto en los mismos niños. Quería saber cómo se sentían acerca de su inglés y del ritmo y la estructura de las clases, y les pregunté. Exceptuando a un alumno que estaba un poco preocupado de que su rendimiento se hubiera estancado durante las últimas semanas, todos los demás se mostraron entusiasmados a favor, con frases como “Estoy haciendo mucho más progreso este año” o “Realmente me siento como si me presionaran para que haga mi mejor esfuerzo “. Mi respuesta favorita, sin embargo, fue esta: “No me di cuenta de que esta era una clase de habilidades mixtas. El profesor intenta asegurarse de que todos sepamos cómo obtener el nivel 9 “.
Amo mi clase del año 10 (II° medio) y sé que mis clases con ellos este año son más interesantes, variadas y probablemente más eficaces que las que he enseñado anteriormente. No es fácil entusiasmar a los adolescentes con Dickens, pero estoy completamente convencida de que la metodología que elegí, que proviene directamente de las necesidades de los alumnos a los que enseño, ha ayudado.
Para volver a la cita al comienzo de este artículo: Sí, sé con quién están aprendiendo, y sí, sé cuánto han aprendido. También sé cuánto progresan y lo que aspiran lograr. Y es una imagen mucho más positiva de lo que he visto antes.
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